Lo que esconde la oscuridad

 


Un grupo de adolescentes se congrega en un parque durante la noche. Intrigados por un juego desconocido, se disponen a jugar sin saber qué les espera. Los detalles exactos de sus acciones y palabras se desvanecen en la oscuridad de la narrativa, dejando solo un rastro de incertidumbre. Sin embargo, tras un breve lapso de tiempo, todos abandonan apresuradamente el lugar, dejando atrás sus pertenencias. Cada uno toma un camino propio, sin tener claro hacia dónde se dirigen, solo deseando alejarse del lugar lo más rápido posible, o mejor dicho, alejarse de algo.

Sin comprender por qué, me encuentro afuera de mi casa. En ese momento, veo a una de las chicas que participó en el juego pasar corriendo frente a mí. El miedo distorsionaba su rostro, pero parecía no importarle estar sola en un parque desolado en plena noche. Su única preocupación era huir sin voltear atrás. Pasó tan velozmente que no tuve oportunidad de preguntarle qué estaba ocurriendo.

Observo a mi alrededor y no hay nadie más. No hay señales de vida.

De repente, comienzo a escuchar los aullidos de los perros de los alrededores. No puedo verlos, ya que se encuentran dentro de las casas vecinas, pero los sonidos llegan a mis oídos.

Decido volver mi mirada hacia la parte trasera de la casa y logro distinguir una sombra con cuatro patas moviéndose rápidamente en el descampado. Conforme la observo detenidamente, la figura adquiere la forma de un perro gigante de raza Schnauzer de color negro. Empiezo a comprender la razón de los aullidos. - Ah, debe ser que otro perro se escapó y está merodeando por aquí - pienso, tratando de calmarme. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, una sensación maligna me invade y me doy cuenta de que lo que veo no es un perro. Es algo más oscuro y malévolo, algo que inspira temor. Una sombra que se asemeja a un perro, pero que no lo es. El ambiente se vuelve hostil, como si algo siniestro estuviera acechando.

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